sábado, 27 de abril de 2024

       II  LA BODA





    La luna se resistía a desaparecer tras la sierra de Algairen cuando por el monte ya empezaba a clarear el día, Joaquim cruzo rápido entre las sombras del amanecer la calle Mayor en dirección al almacén donde ademas tenia su pequeña oficina ya que era de los pocos habitantes de Carinnyana que, sin ser del clero, sabia leer y escribir,  apenas había dormido en toda la noche solo de pensar que algún ratero se pudiera colar por la palanca y destrozar la preciada mercancía que todavía permanecía sobre la carreta.
    Al poco llego Jayme y entre  los dos empezaron a bajar todas las piezas que había en la carreta
–pero señor Yesolot que vamos a hacer con todo esto-- pregunto Jayme
– ya lo veras mañana cuando lo empecemos a montar, de momento tienes que buscar tres jornaleros y arrendar dos pares de mulas de las mejores que haya en toda la rodeada pagare lo que pidan pero han de ser la caballerías mas fuertes de Carinnyana que grano y paja no les ha de faltar mientras estén aquí
    Joaquim abrió la puerta de la oficina donde guardaba las tablas con los planos, Como buen judío y aficionado a la serrería el sistema de apertura de la oficina era de lo mas sofisticado: de los dos ladrillos que había rotos en la esquina mas alejada de la puerta había que empujar el de arriba y a la vez  estirar del de abajo para que unos listones de madera muy bien ajustados desbloquearan la puerta.
    Sacaron las tablillas y comprobó que los planos aun siendo muy meticulosos no hacían honor a las dimensiones del material traído de Barcelona y que iba a costar mucho montar todo adecuadamente y sobre todo hacerlo funcionar correctamente aunque de eso estaba seguro de que con la ayuda de Jayme lo  conseguiría
–Señor Joaquim-- Jayme lo saco de su ensoñación
–Señor Joaquim conseguir los dos pares de mulas y encontrar tres jornaleros me costara al menos dos días si le parece quedamos aquí en tres días al salir el sol
–de acuerdo Jayme pasado mañana nos vemos mientras seguiré pensando como va esto


    Antes de salir el  sol del tercer día había en la puerta del almacén cuatro mulas grandes y fuertes, tres jornaleros y dos zagales desarrapados que Jayme había buscado para cuidar el material y las mulas cuando no estuvieran trabajando y ademas hacer algún recado. Jayme había conseguido cumplir el encargo en muy poco tiempo y en cuanto la luz del día lo permitió cargaron los dos carros que empleaban en vendimias para acarrear las uvas con todo el material y salieron hacia el este por carrayles. A poco mas de una legua les esperaba montado en su caballo Joaquim Yesolot en el camino que daba entrada a un yermo de unas cincuenta yugadas que el judío había conseguido que el rey Pedro le cediera a través de unos parientes de Calatayud
    Joaquim bajo del caballo y les fue indicando donde tenían que dejar los carros con el material y seguido los jornaleros dirigidos por Jayme y ayudados por los zagales comenzaron a bajar los materiales y colocandolos donde les indicaban. Esta tarea le llevo un buen rato por lo que una vez hecha la distribución de la carga quedaron en volver a Carinnyana a comer y dejar a los zagales con un pan y unas tiras de tocino cuidando la mercancía mientras que los tres jornaleros con las mulas se instalaban en el almacén y Jayme y Yesolot se despidieron hasta el día siguiente
                        

    Al llegar a casa se encontró a María,su mujer, con su madre– mira Jayme mi madre que se queda a comer para que me ayude
–Que te ayude a que
–A ajustarme el vestido nuevo porque te recuerdo que el domingo es la boda y no me digas que no te acordabas
–Pues... la verdad es que no que con el lio de la mercancía se me había olvidado por completo
–Pues no te olvides de recordare al señor Joaquim que no cuente contigo para el domingo y...
–Anda vamos a comer que si sobra algo me lo llevare mañana para los zagales que tenemos en el campo haciendo de guardas que me parece que hace días que no comen caliente

        Con el primer rayo de sol del día se presento Yesolot en el campo y ayudado por los dos chicos extendieron las tablillas de los planos y en esas estaban cuando llegaron Jayme y los jornaleros
Yesolot enseguida fue al grano –A ver este poste hay que clavarlo aquí al menos hasta la primera marca-- les dijo mientras les señalaba el sitio exacto donde quería colocar el poste y una vez comprobado que estaba derecho continuo –ahora el tablero grande y luego ese tambor, vamos a colocar los pasadores por encima del tambor y la rueda pequeña metida por el poste y fijada al tambor con esos pasadores mas pequeños, no confundirlos que me vais a fastidiar todo
    Una vez que comprobó por el mismo que el tambor giraba suavemente y ademas estaba bien ajustado y los dientes bien engarzados prosiguió –ahora meter bien la cruz en la corona y las cuatro bocas hacia arriba y ahí colocar esos cuatro palos largos y fijarlos con los pasadores grandes que mañana vendrá Pascual el herrero y remachara todo para evitar accidentes
    Se coloco un hombre en cada palo y Joaquim en centro y a una orden suya los cuatro comenzaron a andar en circulo y todo el mecanismo comenzó a girar, después de un par de vueltas la maquinaria quedo parada y en silencio
Jayme miro hacia el cielo cuando su estomago le recordó que no había comido nada desde el día anterior  –señor Yesolot ¿lo podemos dejar ya hasta el lunes?
Yesolot miro también al sol y afirmando con la cabeza les dijo – vale pasar por el almacén y cobrareis la semanada y el lunes aquí os espero-- y continuo mirando a los harapientos zagales –cuando terminemos la campaña ya pasaremos cuentas-- y les dejo una arpillera con pan y tocino mientras Jayme saco el reciento de la comida del día anterior que traía en su alforja con varios trozos del pollo que les había llevado su suegra.

    Jayme Galíndez no tenia ninguna prisa por levantarse pero María Tamuz lo hizo ponerse en pie apenas clareaba el día ya que era una ocasión especial y por eso tenia  preparadas las mejores ropas tanto para su marido como para ella que esperaba este día par estrenar el vestido. Estiro de un brazo a su marido para que saliera de la cama pero lo único que consiguió fue caer encima de Jayme. Esté  la abrazo y rodó con ella hasta ponerse encima, le dio un fuerte y apasionado beso y salto fuera de la cama. María lo alcanzo se agarro a su cintura y abrazados salieron a la cocina.
Jayme se vistió, se arreglo la barba y el poco pelo que le quedaba en la cabeza, le dio un beso y cuando se disponía a salir llego su suegra con paso rápido.
--Adiós mujer te dejo en buenas manos
--Hasta luego, te esperamos en la puerta de la Iglesia
--Nosotros llegaremos antes, no olvides que el novio llega primero y sus amigos todavía antes que él
--Adiós cariño. Le despidió María con un guiño
–No sé si me reconocerás con el vestido nuevo
--Adiós, a lo mejor te reconozco por el brillo de tus ojos cuando me mires.
    Galíndez se fue a casa del novio donde tenían preparado el almuerzo todos los amigos, mientras María como el resto de las mujeres y la novia se arreglaban para estar bien guapas.
    Cuando Jayme llego a casa del novio el fuego ya llevaba rato encendido y la sartén a punto con la manteca y los entresijos, también había varias jarras de vino pero todavía no se movían. Bartolomé Cubero el mejor amigo de Johan se había encargado de que todo estuviera listo antes de salir el sol.
–Hoy tiene que ser sonado en toda la rodeada, por fin se casa el rompecorazones de Carinnyana – dijo Jayme a modo de saludo
–Cuantas suspiraran ahora por estar en el lugar de Menga
–Tiempo han tenido y ninguna se ha decidido.
    Hasta doce comensales se reunieron en torno a la sartén con las migas
–Johan, tu no puedes comer ni beber hasta después de la ceremonia pero no te preocupes, nosotros lo haremos por ti –dijo Bartolomé, levantó la cuchara y dio comienzo el almuerzo entre risas y vino.
Domingo Gil había traído de su pequeña bodega tres jarras de vino que coloco encima de la mesa. Bartolomé bebió de la que tenia delante y con disimilo la cambio por la que tenia a su derecha. La jarra fue a manos de Miguel que probo el vino y la paso con malicia a su derecha cambiándola por la que allí había.
No llevaría ni cinco cucharadas de migas cuando Bartolomé de nuevo fue a echar mano de la jarra y al llevarla a los labios sintió de nuevo el sabor del vinagre, repito la operación de intercambio y secándose los labios con la manga empino la otra jarra y siguió a las migas y las risas con las bromas al novio sobre como iba a ser la noche siguiente, después de otra cucharada de migas se acerco la jarra para estar seguro de que no se la cambiaban, esta vez dio un buen trago a la jarra y el picor de la garganta le dio un ataque de tos mientras todos estallaban en risas, rojo de la mala leche que se le puso estallo –Como sois tan malos amigos, la jarra del vinagre ha dado dos vueltas a la mesa y ni dios ha dicho nada.
--Tu te creías que nos la ibas a pegar, tu lo has probado el primero y la has dejado pasar, pero todo lo que va vuelve—le increpo Domingo  que se meaba de la risa
--No decías que eras un entendido en vinos—intervino Johan --pues mira a ver como nos describes este.
--Anda Bartolo explícanos de que año es este vinagre y de que uvas ha salido –A Johan le cabía un pan por la boca de las risotadas.
Bartolomé cuando se le paso la mala leche se arranco a cantar –
Yo no es que hable mal del vino / porque el vino bien me sabe  
la culpa es del que lo trae  / que me jode mas que nadie  

    Johan a sus veinticuatro años apenas había hecho otra cosa que trabajar en el campo. Era alto, musculoso y bien parecido y de una de las familias más antiguas de Carinnyana. Con las dos viñas que iba a heredar de su padre y los jornales que ganaba en una de las fincas más grande de la zona tenia para vivir holgadamente. Su verdadera pasión era la caza y desde bien joven, casi un niño, con sus trampas y sus cepos no había conejo ni liebre que se le resistiera.
    Desde que conoció a Menga iba por las tardes a la fragua para aprender el oficio, pero no tenia mucha habilidad para trabajar el hierro, ni el herrero paciencia para enseñarle el oficio a pesar de que Johan le había jurado que no se establecería por su cuenta en la aldea. Como era muy testarudo, desde la primavera, todos los días después de comer se presentaba en la fragua a ver en que podía ayudar y que podía aprender, pero la mayor parte de los días de limitaba a dar aire al fuego.
    Menga Beltrán había llegado a Carinnyana, procedente de Teruel  para la vendimia, un año en que la cosecha había sido buena y abundante y se llegaron a pagar hasta quince dineros al día, lo que había atraído gentes de otras tierras. Al acabar la vendimia su cuadrilla había regresado a casa pero ella decidió quedarse a pasar el invierno en el pueblo porque entro, como cocinera, en la casa-palacio de la plaza de la Iglesia, donde residía Domingo Espan, Jurado de la aldea, y eso fue lo que le permitió  arrendar una pequeña casica pegada a la muralla y traerse a su hija. Tres años antes la peste la había dejado viuda, y aunque en su pueblo poseía un pequeño hortal no les daba ni de lejos para poder vivir ella y su hija.
    Era alta y fuerte, muy fuerte, pues estaba acostumbrada a trabajos duros, morena de ojos oscuros que denotaban que corría una parte de sangre mora por sus venas, realmente no era nacida en Teruel sino que había llegado allí con su marido y su hija a repoblar aquellas tierras. La muerte de su marido le había dejado en sus ojos una sombra de tristeza que la vitalidad de Johan le estaba ayudando a cambiar y cada día se la veía más guapa.
    Había conocido a Johan cuando esté se acerco un día, a la cocina de la casa donde trabajaba, a vender las liebres que con la ayuda de su galgo cazaba  en el tiempo libre o a la ida y a la vuelta del trabajo en el campo. Menga le noto que en su presencia se ponía nerviosillo y le brillaban los ojos, ese primer día, la dueña, le pago sin regatear la caza y le hizo un pedido para las semanas siguientes.
    Pasadas varias semanas Menga empezó a regatearle el precio y Johan siempre cedía y acababa vendiendo por lo que ella le quería pagar. Pero a cambio tenia como recompensa que ella lo dejaba pasar a la cocina y de vez en cuando le ofrecía una jarra de vino. Con la llegada del invierno cada vez pasaban mas tiempo en la cocina, hasta que en primavera acabaron siendo novios.
Toda de Villareal la mujer de Domingo Espan le tenia mucho cariño a Menga ya que le sacaba cierto parecido a su hermana pequeña muerta durante la invasión de 1363 y de quien, a pesar de ser muy joven cuando falleció, tenia muy buenos recuerdos. Toda estaba tan ilusionada con la boda de su cocinera que le arreglo su propio  vestido de novia para que pudiera lucirlo Menga en el día mas importante de su vida


    La plaza de la iglesia había amanecido para la ocasión pues todo el personal de la casa—palacio de Espan por deseo de su mujer se habían puesto en pie mucho antes de hacerse de día para subir a la chopera y bajar con dos caballerías cargadas de ramas de chopo con las que habían adornado la plaza. La mujer de Domingo se había encargado, mientras, de preparar ramos de flores silvestres para colocar entre los arcos formados con la chopera que le daban aire de fiesta a la plaza
Todas las mujeres del pueblo aunque no hubieran sido invitadas se pasaron por la plaza tan bien decorada para la ocasión aunque solo fuera para cotillear y allí estaban las amigas de Menga entre las que destacaban Maria y su madre repartiendo rosquillas y moscatel a todo el mundo. Los zagales de la aldea después del primer trago del vino dulce bailaban al son del gaitero y hasta las jóvenes se arrancaron a bailar hasta  que termino el primero de los tres toques de campana que llamaban a misa y se organizo la comitiva para acompañar a la novia en el corto trayecto de la casa—palacio a la iglesia. Al segundo toque los bancos de las mujeres ya estaban casi llenos, no así el lado de los hombres más reacios a entrar a la iglesia y que como siempre esperaban al final del ultimo toque y más en esta ocasión que había  comida y bebida antes de entrar.
    Johan entro del brazo de su madre y seguido a unos pasos Menga del brazo de su hermano que había venido desde Castilla para la ceremonia. A pesar de ser de la clase más humilde de la aldea mucha gente había entrado a la iglesia a acompañar a los novios que en ese momento pasaban por delante de invitados y curiosos camino del altar mayor repartiendo sonrisas.
    María estaba sentada con su madre y buscaba con la mirada a su marido pero no logro dar con él
–Otra vez se ha ido con los amigos al mesón
–No te preocupes-- le contesto su madre –a la salida seguro que esta en la puerta esperándote
–Si, pero yo lo quería ver aquí dentro con todos los hombres
–Déjalo, entrara mas tarde y se pondrá atrás como hace siempre a ver si por lo menos no va la cuadrilla achispada y se ponen a hacer alguna gamberrada para dar el cante
    La salida del mosen al altar mayor dio por terminada la conversación pero María seguía mas pendiente de buscar a su marido con la mirada que de la ceremonia y solo cuando el mosen se volvió hacia los novios y empezó el ceremonial propio del casamiento les presto atención.
    El rito de la boda fue rápido y de entre las frases en latín a duras penas pudo oírse el si quiero de Johan y un poco mas fuerte el si quiero de Menga
    Terminada la boda la gente fue saliendo hasta que solo quedaron los novios con el cura y todo el mundo esperando en la calle. No habían dado ni dos pasos, después de cerrarse la puerta de la iglesia, cuando una lluvia   de flores silvestres de todos los colores salió del lado de las muchachas de la villa y seguido una lluvia de pámpanos del lado de los jóvenes y a continuación los besos y los abrazos se repartieron por todos lados.
    María por fin encontró a su marido, cogió a Jayme y lo separo de la cuadrilla
–Vamos hasta la puerta Alta que estreno vestido y lo quiero lucir
–Ya lo estas luciendo, toda Carinnyana y parte de la rodeada ha venido a ver la boda no se como se han enterado que había rosquillas y moscatel gratis
–Pero no es lo mismo, vamos hasta la plaza de Arriba por lo menos
–Vale ahora que ya se ira yendo la gente poco a poco, vamos a lucirnos un poco—dijo Jayme y señalando a la cuadrilla –Estos creo que no me echaran de menos
    Cuando Jayme y María salían hacia la plaza del Mercado se empezaba  a oír al gaitero de Torralbilla que había bajado del Campo romanos para la ocasión pagado como no por la mujer de Domingo Espan y  las primeras cantas en honor a los recién casados. Para poder lucir bien el vestido con todas las mujeres que se cruzaba se paraba a darles conversación para que se pudieran fijar bien, sabia que al día siguiente se hablaría mucho de la novia pero también se hablaría de ella y sobre todo de lo bien que le quedaba el vestido. De algo le tenia que servir la afición que tenia a la costura y que de momento no le proporcionaba muchos ingresos pero algún día le podía servir de ayuda


La fonda de Los Navarros era la única, dentro de los limites de la aldea, digna de ese nombre, los otros mesones eran viviendas donde se servia vino de dudosa procedencia y hogazas de pan con tocino a cambio de unas monedas. Algunos de ellos habían sido cerrados por los Jurados varias veces pues no podían acreditar de donde era el vino que servían ni el tocino que vendían. Que sirvieran comidas completas en una sala donde cabían mas de cuarenta comensales eso solo era posible en Los Navarros
    Ya estaba el sol llegando a lo mas alto cuando, los recién casados, seguidos de todos los invitados y acompañados del gaitero, hicieron su entrada en el mesón. Los recién casados subieron toda la calle mayor de la mano y no paraban de cruzarse miradas cómplices. En cuanto tomaron asiento comenzó el convite y el propio mesonero y sus tres hijos empezaron sirviendo unos buenos platos de garbanzos acompañados de abundante tocino y morcilla, regados con un excelente tinto y pan blanco. El éxito del plato fue tal que la mayoría de invitados repitió, como también repetían las jarras de vino que una y otra vez se iban rellenando. Hubo quien hasta tres platos de garbanzos se comió.
    La charla comenzó a animarse y pronto los mas animados empezaron a echar sus cantas, cada vez más picantes. Primero iban referidas a los recién casados y luego a todas las parejas de la aldea e incluso hacia algunos que no eran ni parejas..
    El mesonero había dejado pasar un tiempo para que se bajara el primer plato cuando salió con el segundo, seguido de los tres hijos que empezaron a servir unos buenos trozos de cordero guisado en su jugo que a Miguel Martínez, con su gran panza, le hizo echarse a llorar. Domingo Espan, amigo de Martínez, que era quien pagaba el convite se acerco a consolarlo.
–Miguel que te pasa—le dijo—Hoy es un día de felicidad, mira los jóvenes como se divierten ¿es que no te gusta la comida?
–Como no voy a llorar, si me he comido tres platos de garbanzos y ahora no me entra la carne. Las carcajadas resonaron en el local y todos los invitados consolaron al Miguel que con una jarra mas de vino se olvido de la carne. A continuación los camareros colocaron unas bandejas con manzanas asadas en las mesas como colofón a la comida.
    Bartolo pidió silencio para desearles a los recién casados felicidad y larga vida.
–Os deseo una larga vida juntos y que os apoyéis el uno en el otro y no dejéis que nadie se interponga entre vosotros, tu Johan protégela de los peligros de la vida y tu Menga cuídalo como si cada día fuera el ultimo, pero eso si, cada día que salga a trabajar, sin trabajo no hay cuidados—todo el banquete estallo en una carcajada.
–Y no os recomiendo el remedio que busco el abuelo de Ramón Guillem, quien
encontrándose muy cansado y abatido por el trabajo de la viña y los disgustos que le daba la familia acudió con su mujer a ver al mosén de la aldea a quien le explico lo mal que se encontraba. El cura decidió hablar a solas con la mujer en la sacristía mientras Ramón esperaba fuera.
– “Mira hija mía si quieres que tu marido se recupere tienes que tratarlo bien, déjalo que duerma hasta bien entrada la mañana, ponle buen vino en la jarra y buenas tajadas en el plato y sobre todo que no haga ningún esfuerzo”.
    A la salida de la sacristía Ramón la esperaba impaciente –Que te ha dicho, que te ha dicho el mosén—
–Nada Ramón, que te mueres en dos meses    --
Mientras los invitados reían la ocurrencia de Bartolo los recién casados se miraron con cara de no entender nada y acabaron fundidos en un apasionado beso después del cual desaparecieron por la puerta del corral al tiempo que aparecía en el comedor, nuevamente, el gaitero que también se había dado un buen atracón, para seguir con el baile hasta la puesta del sol.


    A la mañana siguiente cuando llego Jayme Galíndez al almacén los tres jornaleros llevaban ya un buen rato esperando para iniciar la marcha  –Vamos pa'alla-- fue todo el saludo que recibieron.
Al acercarse al campo ya se notaba algo raro pues los zagales no salieron a recibirlos y el caballo de Joaquim Yesolot esta solo y su dueño iba de un lado a otro como loco
–pero que le pasa señor Joaquim, ¡que le pasa!
–que ¿que me pasa? Que estos buscones que pusimos de guardas me  han destrozado la maquinaria y me han robado la maroma. Esto va a ser mi ruina....
 
 
 


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