sábado, 27 de abril de 2024

  IX LAS FORCANAS




Miguel tardó un buen rato en recuperarse del disgusto que se dio al quedarse solo tan de repente y solo los ánimos de toda la cuadrilla de amigos y de Sancha la Tardana que se resistía a volver a Paniza lo fueron sacando de la pesadilla que le había tocado vivir
–Amigo mío te has dado cuenta de que no son como nosotros, ellos están muy por encima y les importa todo, una mierda
–Y este es el que llaman en Zaragoza El Ceremonioso anda que si llegan a llamar el Zalamero ya ni te cuento –Miguel no sabía cómo controlar su ira y apuntó estuvo de tirar todos los planos al rio
–Me parece que os quejáis de vicio, por lo menos los reyes no se emborrachan y encorren a las mozas por la calle como nuestro señor González – intervino Sancha
– Eso sí que es verdad que no se meten con nadie, en la casa no nos han dirigido la palabra ni para bien ni para mal – Siguió Menga que le habían dado la tarde libre
– Pues por Daroca no se controlan tanto, por lo que se rumorea por las aldeas
Johan y Menga, una vez que vieron que su amigo estaba mejor se marcharon de paseo con su hija dejando solos al matrimonio con Sancha y Miguel
– Sancha si quieres te acompañamos por carrapaniza un trecho para que no vayas sola. les propuso María
– Vale, pero os advierto que yo voy muy ligera, además tengo mucho que contar cuando llegue a casa
Los cuatro iniciaron la salida de la aldea pues Isabel, cansada, se había ido a su casa con intención de dormir un buen rato

Al llegar a las cuevas pasaron para saludar a Andrea que estaba en el pequeño hortal pues hacía unos días que no sabían nada de ella y como estaba sola se les unió en el paseo.
– ¿No has bajado a ver a los reyes o qué?. Le pregunto María
– No, a mi esa gente no me va mucho, eso de ver tanta gente detrás de ellos que no les dejan ni sonarse los mocos no me hace ninguna gracia
Sancha le estaba haciendo un buen interrogatorio a Miguel sobre la torre y a la vez lo iba alejando del grupo hasta que al salir de una curva habían desaparecido
–Sera mejor que nos demos ya la vuelta, que aquí ya no hacemos falta. – Enseguida reaccionó Jayme y Andrea se reía –Les hubiera dejado la cueva libre
–No, si, Sancha igualmente tiene que hacer el camino y Miguel mañana a primera hora ya está en la torre. Así que vamos a Carinnyana
Llegaron a Paniza cuando ya oscurecía y Sancha le ofreció que se quedara a cenar con todas las hermanas y así estaría al tanto de las andanzas del señor González de Lucio.
–Pues que sepáis que lo hemos dejado en su casa-palacio sano y salvo
–Si, pero dilo todo, primero lo hemos pasado por los lavaderos con la excusa de que se lavara la cara y se arreglara el pelo y así lo vieran todas las mujeres de la aldea
–Luego lo hemos bajado por la calle mayor encima del carro y con el hábito puesto con la excusa de que teníamos que dar la vuelta con el carro y así hasta nos han seguido los zagales y hasta alguna piedra me parece que nos han tirado
–Y finalmente hemos llamado a su puerta y su mujer en persona ha salido a hacerse cargo del señor o de lo que ha quedado de él. Si hoy no se quita de beber ya no se quita nunca
–Algún grito se ha oído desde la calle, pero nada del otro mundo, yo creo que hoy dormirá con las caballerías en la cuadra y mañana puede que también
–Y tu Sancha como ha ido el día
–Como ya sabéis que no puedo estar callada ni delante del rey pues he tenido que dar mi opinión, aunque nadie me la había pedido y bueno no ha ido mal. He logrado más por los vinateros de fuera que ellos mismos, que por cierto a ver si me lo agradecen
–Mas fácil será que te perjudique, que sepas que ya nos había llegado la noticia de que te has dado a entender en medio de la plaza y la verdad no nos ha extrañado.
Miguel con las tres hermanas en la mesa no pronunciaba ni palabra. Cuando le preguntaban algo, a lo que ya iba a contestar, alguna de las tres Forcanas se le adelantaba entre risas de las otras hermanas. Mientras el fuego ya se iba apagando y Pascuala la mayor dispuso el alojamiento: Marta y yo dormiremos en la cadiera y vosotros en la sala, pero mirar que aquí se madruga y mucho.
–Yo cuanto antes vuelva a la obra mejor. Les dijo Miguel
–Por cierto, y cuanto pagas a los peones, ahora la cosa esta floja y por lo menos hasta la vendimia no nos vendría mal ganar unos jornales
–Bueno pasaros esta semana o mañana si no vais a otro tajo y lo hablamos
–Vale mañana después del mediodía nos tienes allí

    Por primera vez Miguel no llego el primero a su obra cosa que a los peones que lo conocían les extraño, pero se guardaron de hacer ningún comentario eso si las mujeres de la obra sonreían cuando pasaba por que algo notaban y antes del mediodía supieron el porqué.
Las Forcanas se presentaron en la plaza mucho antes del mediodía, encabezadas, como no, por Sancha. Miguel estaba arriba del andamio supervisando a los canteros pues, aunque la construcción era sencilla para alcanzar la altura deseada se necesitaba mucha precisión En cuanto las vio moverse por la plaza bajo a saludarlas y como siempre Pascuala fue directa al grano
–Cuanto nos vas a pagar, esas dos garruchas te las llevaremos al doble de lo que van ahora
–¿A ti la palabra seguridad te dice algo?
–Me suena, pero me dice más la palabra velocidad
–Pues si quieres trabajar aquí tienes que aprender de la seguridad y la protección
–¿Bueno que más tajos tienes aquí? Le pregunto Sancha
–Ahora a mediodía vienen los jurados y el lugarteniente del Bayle General para que haga el primer pago porque aquí no suelta el dinero ni dios. Les haré una explicación bien detallada de cómo se van a construir la muralla y la torre, pero si no suelta el dinero tendré que parar la obra. Si paga mañana, podéis empezar las tres
–Espera, espera y de cobrar que no hemos hablado nada
–Pues cinco dineros al día y cobrar por semanas
La llegada de los Jurados con la autoridad hizo que se aparcara el tema del dinero ya que Miguel salió a recibirlos antes de que se despistaran por ente los tajos.
La explicación la llevaba aprendida de memoria desde hacía días:
–El lado este de la muralla que va pegado al río Fraxno, desde la torreta hasta el cementerio de más allá de la iglesia, tiene no menos de cinco varas de altura para proteger los huertos de las casas señoriales que tienen el privilegio de contar con un hortal dentro de la aldea ya que el resto de vecinos tienen el huerto fuera de los muros de la aldea. El lado oeste apenas levanta dos varas de altura o tres donde hay viviendas pegadas a ella, además hay huecos para salir a las eras sin necesidad de ir a dar la vuelta por alguna de las puertas. Es en la zona sur desde la torreta a la puerta alta donde actualmente se concentran todos los esfuerzos por rematar las obras ya que es la parte más accesible desde el camino real
También dio toda clase de explicaciones de cómo iba a quedar el foso de más de cinco varas de anchura que rodeaba a la muralla y que gracias al azud que todavía se estaba construyendo en el río Fraxno, una vez lleno de agua haría de Carinnyana una aldea inexpugnable.
La comitiva, encabezada por Miguel, a continuación, pasó por el cementerio y rodeando la iglesia, revisaron el estado de las obras de la torre para después reunirse los jurados, el lugarteniente y el constructor para recibir las aclaraciones de cómo se iba a llevar a cabo la siguiente fase de construcción y el gasto anual que dichas obras conllevarían.    

Miguel Pérez había hecho traer de los talleres de cerámica de Muel una docena de láminas de arcilla de casi una vara de lado sobre las que extendió una fina capa de yeso y a las que les monto un marco de madera para protegerlas de golpes. Sobre estas laminas con la ayuda de sus utensilios de maestro albañil, algunos heredados de su padre, y provisto de diferentes plumas de pavo y tintes de varios colores había dibujado hasta el más mínimo detalle de cómo iba a ser la elevación y montaje de las piedras que habían de formar la hercúlea torre.
En la palanca que Domingo Espan tenía en la misma plaza de la Iglesia había colocado la docena de láminas y allí se reunía todas las mañanas con los maestros canteros para seguir la evolución de los trabajos.
La piedra se acarreaba y se descargaba junto a la pared del cementerio y allí cada cantero iba eligiendo la serie de piedras que por medida más le interesaba. En la misma plaza de las Almas, llamada así porque en ella tenían puerta los cementerios de la aldea además de la propia iglesia de santa María, delante de los montones de piedra habían formado tres eras, separadas por una tapia de mida vara hecha con ramas de carrasca y algunas cepas, de veinte varas de lado y allí trabajaba cada maestro cantero con sus ayudantes.
Miguel en persona les había marcado sobre la cal la medida exacta que debería tener cada aro, un octágono apuntado sobre una circunferencia de siete varas de radio de manera que, en siete días habían de tener una hilada a soga del perímetro completo, unas cuarenta y dos varas de piedra sillar dispuesta para la colocación y en otros siete días la piedra estaría izada y colocada en su sitio, las paredes interiores y la escalera, la parte más complicada de ajustar, llevaría otros siete días completarla con sus dos escalones por hilada, mientras las mujeres, además de trabajar el mortero, rellenarían el hueco entre los dos muros subiendo por la escalera, respetando los últimos peldaños donde trabajaba el maestro cantero, los escombros que iban dejando los ayudantes y las piedras desechadas por estos.
En la plaza de la Iglesia se guardaba la madera, troncos de pino de los montes de Cosuenda, y allí los carpinteros y ayudantes se ocupaban de que la madera no fallara y de que el izado de las piedras no representara ningún peligro, lo que resultaría bastante difícil a medida que la torre fuera cogiendo altura. Una vez que el izado a mano resultaba demasiado trabajoso y el andamio exterior ya no ofrecía garantías se colocarían cuatro maderos, los mejores que se habían encontrado en el pinar, en las aristas interiores del muro exterior y de manera alterna, unidos entre sí y en diagonal y de los troncos de la diagonal, que sobresalían unos tres palmos del muro, colgarían dos garruchas, una al norte y otra al sur para que en el izado no se estorbaran las cuadrillas y en caso de piedras muy grandes se pudiera contrapesar la estructura. Dos cuerdas de esparto de primera calidad con dos garruchas más pequeñas provistas de un gancho para colgar la red con la piedra formaban los dos polipastos que eran vitales para el levantamiento de la torre.
En cuanto a salarios Miguel había previsto pagar diez dineros diarios tanto a los tres maestros canteros como al cabecilla de los carpinteros y cinco dineros a los ayudantes hasta un máximo de tres por maestro y el resto de personal, mujeres y moros dos dineros y un óbolo diario lo que teniendo en cuenta que la extracción y el acarreo de la piedra y la madera eran por cuenta del concejo llevaría al rey Pedro a unos gastos de unas seis libras a la semana, incluido el salario del propio Miguel. Los jurados de Carinnyana, más optimistas, calculaban sesenta semanas de duración, pero Miguel pensaba que tardarían al menos dos años para ver terminada la torre.
El lugarteniente muy satisfecho por las explicaciones aunque sorprendido por el coste total de las obras, dio por terminada la charla y se retiró a descansar hasta la hora de la comida, mientras todo el personal que trabajaba en la torre organizo una comida para celebrar el visto bueno del lugarteniente a las obras y la casi segura financiación de las mismas después de dos años que hacía que lo había prometido el rey Pedro pero la muerte de la reina Leonor había dejado la promesa en el olvido y solo las visitas de la futura reina Sibila a Daroca había hecho renacer la promesa.

Las hermanas calcularon rápidamente el total del salario y Sancha vio que necesitarían una vivienda digna pues no podían ir y venir a Paniza ni quedarse en las cuevas durante tanto tiempo ya que de buena mañana habían decidido que si entraban a trabajar en las obras no harían la campaña de vendimias pues Pascuala y Marta ya estaban mayores y además se bajarían a Carinnyana también a las dos mulas
Sancha, para ir sobre seguro, le pregunto a Miguel –Sabes quién nos puede arrendar una casica para unos meses
–Yo mismo dispongo de una pero solo tiene una cocina y una sala, igual es muy poco para las tres
–Hombre mejor que tenga una cuadra también para las caballerías, para no dejarlas en el patio
–Pues con cuadra solo tengo la que vivo yo, pero vamos te puedes traer las mulas a mi casa y te instalas tú también y así tus hermanas tendrán más sitio y no tendrá que dormir una en la cadiera
–Mucho corres tu, no, esto habrá que hablarlo a solas. No lo harás para no pagarme el sueldo con la excusa de que vivimos juntos
–Pues no se me había ocurrido, pero ya que lo dices sería una forma de ahorrar
–Ni se te ocurra, si me voy a vivir contigo, que no digo que me vaya a ir, los gastos de casa por tu cuenta comida y bebida
–Si te vienes a vivir conmigo, que no dices que vayas a venir, la comida por mi cuenta y la bebida por la tuya, que me ha dicho un gorrión que tu tío tiene un tinto que te deja sin respiración
–Si me voy a vivir contigo, que no digo que me vaya a ir, de ese tinto no te faltara, pero a mi pan blanco y buenas tajadas tampoco
–Si te vienes a vivir conmigo, que no dices que vayas a venir, tajadas has de tener todos los días, pan blanco y un buen aceite no te faltaran, pero la casa ha de estar limpia
–Ja, si me voy a vivir contigo, que no digo que me vaya a ir, la casa la limpiamos entre los dos y yo cocino y tu friegas el plato y el hortal a medias
–El hortal que lo trabajen tus hermanas y la verdura a repartir para las dos casas
Sancha se puso de puntillas y le echo los brazos al cuello y después de un largo beso –ya hemos llegado a un acuerdo – Miguel respondió levantándola en ella aire pana poner su cara a la altura de él y darle otro largo beso
Las Forcanas ya habían viajado preparadas y como siempre iban ligeras de equipaje directamente arrancaron detrás de la feliz pareja en busca del nuevo domicilio y hasta las mulas relinchaban de contentas, pues iban a casar a la Tardana

Las tres hijas de Domingo Forcano, naturales de Paniza, habían estado siempre muy unidas. La mayor, Pascuala, viuda desde la guerra y sin hijos había criado a sus hermanas ya que su madre había muerto al nacer Sancha con la que se llevaba catorce años. Marta dos años más joven que Pascuala era la más apagadica de las tres y más desde que su marido con la excusa de la peste se había marchado de la aldea hacía ya más de dos años.
La falta de hombres en las aldeas como consecuencia de la guerra con Castilla hacia muy difícil volver a formar una familia por lo que habían permanecido juntas incluso a la hora de ir a trabajar cosa de la que los amos se aprovechaban para con dos sueldos tener tres jornaleras. La posibilidad de bajar a vivir a Carinnyana la llevaban pensando desde la muerte de su padre por lo que la ocasión que les brindaba Miguel Pérez no la pensaban dejar pasar ya fuera trabajando en la obra o en la bodega o donde fuera.    

Aprovechando la visita al hortal, que Miguel había heredado de su padre, pero al que él le hacía poco caso y de hecho lo tenía casi yermo, y que era domingo las forcanas y los amigos de Miguel se juntaron a comer y beber para conocerse mejor.
Johan, al que Menga había dejado solo pues la cocina de casa-palacio no paraba, les echó una mano para empezar conversación
–Vosotras ¿que sois más de blanco o de tinto?
–Nosotras somos del bueno o del mejor si puede ser. No hemos venido a Carinnyana a quedarnos con el vinagre. ¿a qué no Miguel?
–Puedo dar fe de que vinagre no son, bueno igual al con el paso del tiempo todos vinos no ganan lo mismo
–Pues en este caso te puedo asegurar que todas somos de reserva o gran reserva
–Casi os podíamos presentar al concurso del rey
–Quita, quita que ya te digo que somos tinto del bueno y la reina querrá vinito dulce para su caprichito.
–Oye María que no sabía yo que eras hermanastra de los Garces, los carpinteros
–Bueno hermanastra no pero como si lo fuera, pero no te hagas ilusiones son todo lo contrario a ti sería como el agua y el aceite
–Pues ahí está la compenetración, todos no podemos ser iguales
–Calla Pascuala que si tú ves salir el sol trescientos días al año mis hermanastros lo ven salir vente días o menos
–Háblales de nosotras que igual nos arreglamos y los hacemos madrugar
–Y ellos a vosotras trasnochar en ir a la cantina a buscarlos
–Con estos cuerpos les quitamos la sed para siempre
–Bueno ya se lo diré a mi madre, que la quieren mucho y al menos la escucharan, pero no te los recomiendo de verdad te lo digo.
Miguel y Sancha se miraban y no sabían si reír o gritar – pero el resto de la cuadrilla ya había dictado sentencia y cada vez gritaban y se animaban más y de no haberse acabado el vino hubieran bajado a la carpintería buscar a los futuros novios. –Mira María por ahí va tu madre camino del huerto aprovechar y ponerla al día
–Isabel, Isabel –le grito Jayme alzando los brazos para hacerse ver dentro del hortal y esta al verlos se dirigió directamente a ellos
–Pero este huerto no estaba yermo ¿qué quieres? ¡que te de dos cosechas de golpe o qué?
–Mama a ti se te daba bien de casamentera ¿verdad?
–Pues si que tengo buena mano para juntar parejas. ¡hay alguna novedad?
–Oye tus hijastros están casaderos ¿o qué? Le soltó de sopetón Pascuala
–Pues ya que lo dices que sepáis que el mayor le ha hablado a la viuda del herrero que me parece que es de tu aldea
–Y ¿el otro?
–Al otro si quieres le hablo yo, además es el más trabajador, si a alguno se le puede llamar trabajador, y el que más sabe del oficio y le gusta el vino un poco menos que a su hermano
–Venga Marta anímate –le grito Sancha a la mediana
–Venga, venga –le corearon todos
–Vale mañana le hablo a ver por dónde sale, ya os diré algo y ahora me voy a regar hasta que se haga de noche
–Pascuala por dios que te vas a quedar con los santos –dijo su hermana preocupada
–Por mí no tengas cuidado que ya me las arreglare que este cuerpo aun levanta pasiones por la zona
–No, si aun romperás algún corazón o peor aún algún matrimonio –sentencio Miguel
–Seguro que sí, los canteros llevan muchos días fuera de casa, yo ahí lo dejo
–Y a partir de mañana los tendrás bien cerca, que sea lo que dios quiera
Entre risas y jolgorio se volvieron para Carinnyana y en la misma plaza se despidieron hasta la próxima pues el domingo ya tocaba a su fin
Jayme como siempre ya estaba pensando en el trabajo del día siguiente que tenían que preparar todo para comenzar la vendimia y además estaba el concurso real que de seguro los llevaría más trabajo y los zagales poco podían ayudar siendo que era la primera vendimia que iban a hacer. María le dio una solución
–Marido porque no coge Joaquim a la mediana para bodeguera, es que me parece a mi que para la obra es un poco floja y con tantos desconocidos lo va a pasar mal.
–Es la mas floja, pero con su hermana harán buen equipo, en la zona llevan muy buena fama y además a la tardaba seguro que Miguel la colocara bien y si hace falta les podrá echar una mano
–Eso si y no sabes cómo me alegro de que vaya a sentar la cabeza ya estaba pasado de soltería, ya está bien de trabajo y trabajo y además que el invierno se le hacía muy largo en el mesón
–Lo curioso es que de jovenzano pensábamos que sería el primero en formar una familia es el más alto y hasta la invasión era muy guaperas pero como no tenía tierras ni casa fija para trabajar pues ningún padre lo considero. Todo lo que tiene se lo ha ganado el solo pues sus padres murieron en la invasión y no le dejaron ni siquiera una cueva
–Ahora tiene casas, huerto y hasta un olivar que le dieron por arreglar una de las casa-palacio de la plaza alta
–Y una mujer joven, guapa y trabajadora, Vamos como yo, pero él es más alto –Se reía Jayme

Sancha y Miguel entraron en su casa como pareja y al cerrar la puerta de la calle se dieron cuenta de lo que habían hecho...

Isabel como bien mandada que era estuvo toda la mañana esperando a que los hermanos Garces aparecieran por la carpintería, pero no fue hasta el mediodía que oyó la puerta. Bajo rápida no fuera el caso que se fueran de faena a alguna casa y fue directa al grano
–Oye Nicholas hay una viuda en Paniza que quiere formar una familia y se ha fijado en ti –el aludido se quedó de piedra y tardo un raro en reaccionar, trago salva antes de contestar
–Y quien esa mujer ¿la conozco yo?
–Seguro que has oído hablar de ella, es una de las forcanas y te diré más la hermana pequeña se ha venido a vivir con Miguel, el amigo de mi yerno
–Si que llevan fama por la zona, si y ¿cuál te ha hablado?
Marta, la mediana. La más recatada con esa tendrás la casa limpia y tu tendrás buen arreglo todos los días, es muy trabajadora, piensatelo y dime lo que sea, pero pronto porque se han venido a vivir aquí y no quieren estar solas.
–Bueno pues dile que cuando quiera nos bebemos una jarra y charlamos un poco
–Vale el domingo te subes a casa y ya comes aquí conmigo y tu hermano que se vaya para Paniza que ya va siendo hora de que se decida.

Esa misma tarde María y su madre se pasaron por la obra a darles la noticia a la forcanas y quedaron todas en ir el domingo a comer a casa de Isabel
–Ni hablar, comeremos solos los tres y yo luego me iré a echarme la siesta, no quiero a nadie en cincuenta varas a la redonda, que conozco a mi hijastro y hasta que se lance ya será media tarde...

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